jueves, 9 de agosto de 2012

A las almas, chocolate.

De tus profundos ojos, vislumbro un ápiz de dulzura amarga.
Deslizándote por los pasillos de la luz, atrapas la conciencia abatida de dolor...
Cual fue el instante en que tu sonrisa quedó perpetuada en nuestros corazones?
Con delicada soltura abrazas a las almas que te acompañan en tan vital transición, a la vez que pones rumbo a la calma interior.
Etéreo es el individuo inmortal, que vive y mora en cualquier lugar, sin espacio... sin tiempo... solo, el estar.
Extiendo mi mano y de súpeto al tacto, recojo miel, recojo chocolate; saboreo la dulzura de tu ser, abrazo el amor a la existencia.
La energía que rodea tan sutil momento, aplaude el viaje que un dia emprendiste... igual da, si fue ayer, o será mañana, solo se siente con el relajo de la calma...
Entre algodones de chocolate veo y saboreo, te reconozco en las nubes blancas, sonriendo nos das la paz y la calma.
Todos somos todo, y nada es poco...

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